26/3/14

Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río y otra persona. Heráclito

COMENTARIO


Esta frase que parece tan anodina a primera vista, encierra una sabiduría enorme. Pero antes debo hacer una aclaración: los comentarios que realice sobre frases de otros autores no tienen por objetivo hacer un análisis académico ni formal acerca de su pensamiento. La intención es meramente ilustrativa, es como si se tratara de un mapa cerrado, el comentario lo único que pretende es desplegarlo, no explicarlo por completo en cada una de sus coordenadas.

Con lo anterior por sentado, la frase de Heráclito deja en claro la impermanencia de la vida entendiendo por ello que nada se mantiene de la misma forma en el tiempo, todo cambia: la realidad, el observador, etc.

La permanencia es una ideación del Ego que necesita mantener las cosas de una forma estática (muerta) con el objeto de sentir control sobre estas. Algo que siempre está cambiando es inaprensible; pero el ego no soporta la idea de carecer de certezas y sentencia: ¡Esto es así y punto!: lo aprende y lo reproduce una y otra vez. Eso le hace sentir seguro, pero en realidad lo condena: es un esclavo de su pensamiento. Minado con una serie de ideas fijas (prejuicios), el presente resulta ser una continua repetición del pasado.

El tiempo correlativo (pasado-presente-futuro) sólo existe en el pensamiento. En la realidad de facto, sólo lo que está sucediendo aquí y ahora Es. Algunos autores hablan del tiempo psicológico para diferenciarlo del tiempo del reloj (tengo una cita a las tres de la tarde). Sin duda, la convención del tiempo nos ayuda a organizarnos; es el tiempo psicológico el que resulta enfermizo.

Hay una linda historia Zen a este respecto. Dos monjes van por un camino. Cuando van a cruzar un río se encuentran con una mujer que les pide ayuda para cruzar. Uno de los monjes la toma en brazos y la pasa a la otra orilla. Acto seguido, los dos monjes siguen su camino. Pasada una hora el monje que no cargó a la mujer, indignado, pregunta al otro: ¿Cómo es posible que hayas llevado a esa mujer en tus brazos? Tocar a una mujer es algo que tenemos terminantemente prohibido. A lo que el monje “infractor” responde: Yo cargué a esa mujer 30 segundos y la solté, tú la has cargado por más de una hora en tu mente, en consecuencia: ¿quién tiene el problema? De eso se trata el tiempo psicológico.

La belleza de la frase de Heráclito es justamente su capacidad liberadora. Nada es permanente implica que todo es nuevo siempre, es decir que no estamos atados a nada.

Si tenemos una idea fija acerca de algo, hay que reconocer que se trata de una construcción mental y no de la realidad. La idea funciona a manera de proyector y le quita la vivacidad (realidad) al momento presente, siendo la representación de lo que yo llevo en mi mente. La flor deja de ser una flor nueva y se convierte en una vieja que “ya sabemos cómo es” y por eso no nos sorprende. Triste. La vida pierde su magia y dinamismo. El flujo se obstruye. La flor ya no tiene gracia porque es la misma flor de siempre. Pero no lo es, como el agua en el río nunca es la misma que pasa por el mismo punto, siempre es otra agua, pero la misma a la vez. La paradoja explica la Unidad de lo diverso, pero eso es otro tema largo de tratar.


Heráclito nos dice que no hay lastres, que no debemos llevar la culpa a cuestas, que el presente deja de sorprendernos y maravillarnos cuando decidimos reproducir en éste, por medio de nuestra mente, una y otra vez las ideas que tenemos de cómo son las cosas. La tragedia no la vive el río sino el hombre que sigue cargando a cuestas un pasado muerto, como aquel monje que decidió no soltar a la mujer y la siguió cargando durante toda su vida.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario